La Teología de la Pandemia
- Wicho Berdúo Rivas
- Mar 21, 2020
- 3 min read
Updated: Mar 23, 2020
El 13 de Mayo del 2011 tuve a bien colocarme la toga de la Facultad de Teología de la Universidad Rafael Landivar para recibir el Título de Licenciado, en la Graduación Solemne de esa dicha casa de Estudios. Los que me conocen saben que me dedico a la Fotografía, es mi trabajo y mi pasión. Quizá algunos no sabían sobre mis estudios teológicos. En ese contexto pues, es que escribo este ensayo esperando suscitar en los lectores ese teólogo que todos llevamos dentro.
Un amigo cercano me lanzó la pregunta: “Vos y a todo esto ¿Qué es Teología pues?” Le dije: “¿Te respondo como teólogo o como cuate?” Nos reímos y luego le respondí de esta forma: “Teólogo es aquel que sabe leer el paso de Dios en la Historia”, y le hice mención a las palabras de mi profesor de Eclesiología (P. Santamaria): “Las personas no pueden ver el rostro de Dios, pero si pueden ver su rastro” Es decir que, si bien el rostro de Dios lo veremos cuando por Fe estemos en su presencia, Sí somos capaces de ver por dónde ha pasado: cuales son esos signos que nos muestran las huellas que ha dejado Dios y que nos permiten reconocerlo donde creíamos que no estaba.
El titulo de este ensayo nos habla pues de las experiencias que acontecen y han acontecido: historias por ser contadas a raíz de la aparición de ese microscópico elemento que llegó tan abruptamente a este mundo; Historias en las que seguramente Dios ha pasado también.
Mi mejor amigo, tiene a su Mamá convaleciente y débil por circunstancias de su edad. “Coincide” que él y su hija trabajan en la Industria Farmacéutica y claro está, deben seguir en labores. Ellos saben –por recomendación médica- que en caso su Mamá llegara a contraer el virus, su probabilidad de sobrevivir es mínima. “Salgo todas las mañanas de mi casa sin saber que va a pasar”, me dice. “¿Pero sabes?, si sé una cosa: Dios está conmigo”. En ese sentido, pregunto ahora: ¿Sirve de algo saber que Dios está con uno? ¿Hay un propósito detrás de esta situación para su familia? ¿Cuántas personas están en situaciones similares? Será nuestra tarea pues dejarnos tocar por esta experiencia y descubrir en ella a Dios, vivo y presente, hablándonos día a día
Tengo una tía, de esas que no llevan tu sangre pero el cariño hace que le llame uno tía, (todos tenemos parientes de afecto). Ella tuvo la pérdida de su señor Padre en el año 1998 y de su señora Madre el pasado, 2019. Hablando con ella, me decía: “Mire, con mi Papá no salió Jesús, y ahora con mi Mamá tampoco”. (Refiriéndose a que justo en los años 1999 y 2020 se suspendió la procesión del Barrio). ¿Es esto producto de la casualidad? Es menester de cada uno, ser “ese teólogo” al que estamos llamados a ser hoy más que nunca: Para leer los signos que acontecen en torno a esta situación mundial, social y familiar que nos agobia.
Hoy vemos con pena nuestra cuenta bancaria, y empiezan a surgir pensamientos como: “Mejor no hubiera comprado esto”, “Hasta cuando recibiré más plata”, “Cuando podré ir a trabajar, me urge”…. seguramente estas preguntas hacen mella en nuestra Paz interior, y lo transmitimos de una u otra forma a los que nos rodean. Yo no te diré “Decreto”, “Ordeno” que todos esos males salgan. No lo haré porque creo que Dios quiere dejarse escuchar, como dije anteriormente; Él se deja ver en estas preguntas también. Quizá nos esté invitando a que tengamos la misma experiencia de aquel muchacho del Evangelio (Lucas 15, 17), ese que le pidió la herencia a su Padre y la derrochó. Llegado el momento, “Entró en Sí mismo y volvió al Padre” ¡Eso Sí que te deseo! Que entres en ti mismo, que encuentres allí esa voz que te habla y que anima tu Ser. Solamente diré que , para escuchar se necesita silencio, y claro está, lo mismo sucede con nuestras voces interiores. Será pues un buen momento este tiempo de cuarentena, para que busques el silencio, de soledad personal, y que calmes por un momento esos ruidos interiores que no te permiten escuchar.
Que no se nos olvide que hasta en esta situación Dios camina, Dios responde, Dios enseña. No cerremos los ojos a reconocer esas huellas, esas pisadas que Él va dejando en los pequeños detalles.
Si alguno de ustedes, lectores, quisiera compartir alguna historia en la que ha escuchado la voz de Dios, le pido que la escriba acá y que nos enriquezca con su experiencia, porque si nos quedamos con ella quizá haga falta en nuestra sociedad esa pizca de esperanza que tanto necesitamos.
Agradeciendo su lectura,
Atentamente,
Lic. Luis Berdúo Rivas
wichoguate@gmail.com
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